¿Cómo encontrar un buen socio de negocios?
Cuando mis alumnos me comentan que han decidido emprender, antes de escuchar su modelo de negocios y antes de que me enseñen sus proyecciones financieras, les pregunto: ¿quiénes son tus socios? Para mí, esta es una pregunta más relevante, porque el modelo de negocios se modifica, los números se recalculan, el capital se consigue, pero los socios funcionan o no. Y cuando la sociedad no prospera, el futuro del negocio puede verse en serio riesgo.
En este contexto, el error más común de los emprendedores es escoger al socio solamente por una de sus dimensiones, ya sea por el capital que tiene disponible, por su especialidad en un tema o por simples lazos de amistad o de sangre. Pero, ¡ojo!, a los potenciales socios hay que analizarlos globalmente. Un socio es mucho más que un colega de trabajo, es quien nos ayudará a lograr una gestión más eficiente, es con quien repartiremos responsabilidades y compartiremos el riesgo. Por eso, escoger un socio es como escoger pareja, para estar en las buenas y en las malas.
De ahí que escoger un buen socio sea una decisión tan relevante en el proceso de emprendimiento. Es importante tener en cuenta algunos criterios antes de invitar a alguien a participar o que ingrese a la sociedad. El primero es fijarse si comparten visión, pasión y valores. Porque los socios están para dirigir la compañía, el conocimiento específico se puede subcontratar. Un error muy frecuente es elegir a los socios sólo por sus conocimientos técnicos o su capital. Recuerda que con tus socios se tomarán decisiones trascendentales para el futuro de la compañía; con los socios se enfrentarán crisis de todo tipo; con los socios se compartirán pérdidas y ganancias. Al hacer empresa se aprende, pero la lealtad se tiene o no se tiene.
Igualmente se debe analizar sus niveles de madurez emocional y profesional. Esto, pues un nuevo negocio enfrenta muchos retos hasta abrir mercado y estabilizar su operación, entonces un buen socio debe estar en capacidad de trabajar bajo presión, automotivarse, hacer varias tareas simultáneamente y perseverar. Si cree que va a trabajar demasiado o más que tú, no sigas. Las sociedades son juegos de equipo, no de individualidades.
Ayuda bastante preferir a la gente con quien se tiene mayor empatía. Aquello de la ‘química’ sí cabe en estos contextos. Escoge a un socio con quien puedas llevarte bien, a quien le tengas confianza. Pero una cosa es llevarse bien y otra es complicidad. La sola amistad no garantiza que la compañía vaya a funcionar. Tampoco confundas empatía con admiración profesional.
Es recomendable preguntar sobre su reputación. Como nos dice el márketing, el mercado es una batalla de percepciones. Es muy importante que averigües entre ejecutivos de alto nivel del sector, así como entre personas de tu confianza, cómo es percibida esta persona en términos laborales. Si no tiene una imagen de seriedad y compromiso, ni lo invites.
También es fundamental investigar sobre su experiencia directiva. No es suficiente con saber, también hay que saber hacer. Un socio no es solamente quien tiene conocimiento operativo, sino también directivo. Busca a personas que hayan dirigido negocios, emprendimientos o nuevos departamentos o proyectos dentro de una organización, eso ayuda a desarrollar competencias propias de los líderes y, si trabajaste con esa persona, mejor, ya tienes una idea de cómo podría funcionar la cosa.
Es necesario buscar por ello a quien complemente, porque como dice el adagio popular ‘There’s no free lunch’ (No hay almuerzo gratis), y esto es legítimo, todos defienden sus intereses. Lo importante es que identifiques claramente el aporte de tu potencial socio y el tuyo, y valores objetivamente si hay equilibrio de esfuerzos e inversiones.
Tolerancia, respeto y confianza son las tres claves para que una sociedad, igual que un matrimonio, se mantenga en el tiempo. Por eso, es recomendable una temporada de noviazgo para conocer si funcionarán bien. Y, si el noviazgo no funciona, ¿para qué casarse?